Chuck Norris y Jean-Claude Van Damme limpiando nieve
miércoles, 27 de enero de 2016
El hombre y su deseo mortal...
Había una vez un hombre que se encontró una lámpara mágica, entonces la frotó y salió un genio.
El genio dijo al hombre:
- Por haberme librado de mi encierro, te voy a conceder dos deseos.
Y el hombre le contestó:
- Quiero, estar rodeado de muchas mujeres bonitas, al ver cumplido su deseo dice asombrado:
- ¡Me quiero morir!
Y el genio dice:
- Concedido!!!!
El genio dijo al hombre:
- Por haberme librado de mi encierro, te voy a conceder dos deseos.
Y el hombre le contestó:
- Quiero, estar rodeado de muchas mujeres bonitas, al ver cumplido su deseo dice asombrado:
- ¡Me quiero morir!
Y el genio dice:
- Concedido!!!!
martes, 26 de enero de 2016
El tripulante quejumbroso
Durante un vuelo la azafata se acerca a ver que le ocurre a un hombre que protesta amargamente.
¡Estoy harto de esta aerolínea! refunfuña, ¡siempre me toca el mismo asiento! no puedo ver la película y, como las ventanillas no tienen persianas tampoco puedo dormir.
A lo que la azafata responde:
Deje de quejarse y aterrice de una vez, comandante.
¡Estoy harto de esta aerolínea! refunfuña, ¡siempre me toca el mismo asiento! no puedo ver la película y, como las ventanillas no tienen persianas tampoco puedo dormir.
A lo que la azafata responde:
Deje de quejarse y aterrice de una vez, comandante.
lunes, 4 de enero de 2016
El funeral del perezoso
En un pueblo, en el que abundaba el trabajo y la comida, un perezoso
estaba a punto de morir de hambre.
Se reunieron el alcalde, el párroco, el consejo municipal y el defensor
del pueblo, y por unanimidad acordaron enterrar vivo al perezoso; porque para
el pueblo sería un desprestigio que alguien muriera de hambre.
Cogieron cuatro tablas, armaron un cajón, metieron al moribundo, y
salieron con él rumbo al cementerio.
Una señora preguntó:
- “¿Quién murió?”.
- “Nadie” –le respondieron;
- “¿y entonces a quien llevan
ahí?” –insistió.
- “Al perezoso que lo vamos a enterrar vivo antes de que muera de
hambre” –le explicaron.
- “No, no, no hagan eso –exclamó la señora–, yo con mucho gusto regalo
un kilo de azúcar”, Otra señora regaló 10 gallinas; un señor, puso una carga de
arroz, más un bulto de papas; un hacendado donó un barril de leche, 50 arrobas
de queso, una carga de plátanos y otra de yucas. Todos, todos, todos los
paisanos donaban, donaban y donaban comida por montones.
Cuando iban llegando al cementerio desistieron del entierro porque el
moribundo ya tenía comida suficiente para 100 años.
El perezoso sacó la cabeza, y preguntó:
- “¿Quién va a cocinar todo eso?”.
- “Pues, usted” –le contestaron.
Y el hombre exclamó: “Entonces… ¡que siga el entierro!”.
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